No hay grados de honestidad. Sólo hay valores absolutos. o sé es honesto o no sé es. La honestidad no tiene un precio, la honestidad es su propia recompensa. También es la forma más eficiente de la conducta humana. Las personas honestas no se preocupan por lo que se hable de ellos ni por el riesgo de caer en contradicciones morales. Por lo tanto, son personas que son libres para enfocar todas sus energías en cosas más productivas. Haz de la honestidad todo un hábito en tu forma de vida. Si no puedes ser sincero en lo que dices, mejor no digas nada. Recuerda que las pequeñas mentiras empiezan inocentemente, pero pronto toman el control de nuestras propias vidas. Una pequeña mentira requiere de una más grande para ocultarlo, y puede volverse incontrolable cuando se vuelve un hábito negativo. Ten cuidado al decir tu primera mentira porque puede volverse en tu contra.