Si bien tu tiempo y tu trabajo son conceptos sujetos a las exigencias de tu empleador y quien te pague, no así lo es tu mente, que es lo único que no pueden ser controlados por nadie más que por ti mismo. Los pensamientos que tu generas, tu actitud hacia tu trabajo, y lo que estás dispuesto a dar a cambio del salario que devengas son conceptos que sólo tu controlas. Depende de ti determinar si vas a convertirte en un esclavo de las actitudes negativas o el capitán de un potencial mental positivo. Tu actitud, que es tu único maestro en la vida, está totalmente bajo tu control. Cuando controlas tu actitud hacia los acontecimientos, puedes controlar las implicaciones eventuales de esos eventos.