“La responsabilidad no compartida”, que es propia de los altos funcionarios en las organizaciones, es la práctica común existente en toda empresa organizada. Sólo ellos son los responsables por el éxito o el fracaso de la organización. Pueden compartir su autoridad con otros mandos, pero no su responsabilidad. Cuando una franquicia deportiva sufre una pésima temporada de derrotas, el director general y los entrenadores tienen que rendir cuentas y asumir su responsabilidad. Ellos principalmente, y no sólo los jugadores, son responsables por el fracaso del equipo, ya que éstos últimos se limitan a seguir ordenes. Cuando te conviertes en un líder y determinas el curso de acción, debes aceptar tu responsabilidad por los resultados.