Alfredo Nobel poseía una cualidad que muy pocos tenían. Cuando su hermano murió, el periódico se confundió y publicó el obituario de Alfredo en lugar del de su hermano. Al leer la esquela que elogiaba su capacidad como inventor, Alfredo se dio cuenta de que el mundo lo recordaría desagradablemente por su invención de la dinamita, un instrumento de destrucción. Y fue debido a esa curiosa experiencia que decidió financiar los Premios Nobel. Hoy en día, casi todo el mundo conoce su nombre en relación con los mayores logros de la humanidad. Las buenas acciones en vivo perduran en las mentes de los demás. Al hacer un favor en beneficio de otra persona, pones en marcha una fuerza creadora que permanecerá mucho tiempo después de que te hayas ido de este mundo.