La fe bien orientada hace que todo pensamiento se convierta en poderoso sostén de nuestra existencia. Puede alzarnos a alturas insospechadas impulsada por la poderosa fuerza de la confianza en nosotros mismos. La fe es el jefe químico de la mente. Cuando se mezcla con el pensamiento, el subconsciente de inmediato recoge la vibración y la convierte en su equivalente espiritual para transmitirlo a la inteligencia infinita, como es el caso de la oración.