A Napoleón Hill le gustaba contar una historia sobre su abuelo, un constructor de vagones de Carolina del Norte. Cuando el anciano limpiaba su terreno para el cultivo, siempre dejaba unos pocos árboles de roble en medio del campo a plena intemperie en el bosque. Fue a partir de estos árboles que este anciano fabricaba las ruedas de los vagones. Afirmaba que debido a que estos arboles se veían obligados a luchar contra la furia de la naturaleza, crecían lo suficientemente fuerte para soportar las carga más pesadas. Bienvenidos los retos difíciles, porque de ellos nacen las mayores oportunidades que obligan a ampliar nuestra mente en la búsqueda de soluciones creativas. Durante los momentos más sombríos de la vida, se enaltece el espíritu y se fortalece a través de la lucha constante para estar mejor preparados para los retos futuros. Justo igual que esos viejos robles, que crecen fuertes sólo cuando se ven obligados a luchar para sobrevivir.