Hay muchas razones de peso que justifican la práctica de la honestidad. Se requiere mucho menos esfuerzo ser genuino a ser mentiroso, y a la larga los riesgos son menores y la recompensa mucho mayor. Sin embargo, en la sociedad compleja de hoy día, las fronteras de un comportamiento aceptable llegan a ser tan poco claras que pueden volverse indistinguibles. Las leyes y los códigos de ética establecen estándares mínimos de comportamiento. Cerciórate de establecer normas para ti mismo que superen dichos mínimos. Tus propias normas te permitirán decidir rápidamente y de manera sencilla el curso de acción adecuado cuando te topes con problemas difíciles.