Al dedicar tu tiempo y esfuerzos para hacer lo mejor de tu parte en cada trabajo que haces, automáticamente te llegará la recompensa a través de aumentos de sueldo y promociones en vez de justificar con argumentos que mereces más por lo que haces. Cuando te acercas a tu puesto de trabajo con entusiasmo en un espíritu de cooperación amistosa, esa simple acción te distinguirá de la gran mayoría de las personas cuyo interés principal se enfoca más bien en pasar el tiempo platicando y en pensar lo injusta que es la empresa con ellos por el salario que devengan. No te quejes con alguien más sobre tu situación actual en tu trabajo o de lo poco que pudieras estar ganando en salario, no lo hagas ni siquiera con tu mejor amigo. Ya que esas quejas pueden llegar a oídos de tu jefe y eso le haría pensar y desconfiar del tipo de persona que tiene en su equipo de trabajo. O si tu fueras él, ¿que tipo de trabajador preferiría tener en tu equipo: alguien que se la pase quejando constantemente o alguien que siempre esté dispuesto para el trabajo, y que sea alegre y confiable?