Hay un viejo dicho que afirma que quienes se niegan a aprender de la historia están condenados a repetirla. Lo mismo sucede con nuestros fracasos. A menos que aprendamos de nuestros errores, no existirá la posibilidad de repetirlas, o de lo contrario estaremos destinados a rendirnos y aceptar la derrota como un permanente fracaso. Cada adversidad que encontramos en la vida contiene una valiosa información que, si lo estudias detenidamente, con el tiempo te llevará al éxito. Sin adversidades, nunca desarrollarás la sabiduría, y sin la sabiduría, el éxito será de corta duración realmente. Cuando cometas un error, cuestiónate: “Que malo que me pasó esto, pero que bueno que aprendí del mismo para tratar de no volverlo a cometer más”. Sin duda cometerás otros errores, pero sus efectos no serán tan lastimosos y dañinos cuando los tratas como experiencias de aprendizaje.