Los hábitos se forman tan lentamente que la mayoría de nosotros no nos damos cuenta de lo que está pasando hasta que éstos llegan a arraigarse tanto que es difícil erradicarlos. Pocas veces se puede eliminar un patrón de comportamiento sin sustituirlo por otro. Se ha dicho que la naturaleza aborrece el vacío y siempre encontrará algo para llenar el hueco. La mejor manera de diluir las “malas hierbas”, o fallas en tu carácter, es identificar los rasgos con los que no estás satisfecho y sustituirlos por sus contrapartes positivas. Por ejemplo, Si tienes la tendencia a perder los estribos, busca un reemplazo para esa ira. Neutralízala con una expresión o afirmación positiva, tal como: “Nadie puede hacerme enojar a menos que se lo permita. No dejaré que otras personas controlen mis emociones.”