Algunas adversidades son tan severas que rendirnos ante ellas significa perder toda oportunidad de seguir adelante. Cuando el General Matthew Ridgway asumió el control de la guerra de Corea se encontró con que sus tropas estaban asediadas hacia el sur fuertemente por los invasores. Ante tal panorama, sólo una decisión determinante tomada en aquel momento fue capaz de permitir que las tropas americanas no fueran derrotadas aplastantemente y de ese modo pudieran reconquistar todo el terreno que habían perdido. Cuando una derrota te golpee puedes no disponer de tiempo para abstraerte y contemplar tus errores sin arriesgarte más allá de las adversidades. No sucumbas a la parálisis. Es importante saber en ese momento cual es tu verdadero deseo y actuar para preservar tus recursos y esperanzas. Si al contrario, te desmoronas totalmente, dañaras tu autoestima y tendrás serias dificultades para recuperarte. En lugar de eso, apégate a tus principios, y sabrás al menos que habrás protegido la cosa más importante que tú tienes, la capacidad de que tus éxitos en la vida superen en número a tus fracasos.