El dinero es tímido y esquivo. Debe conquistarse y ganarse por medio de métodos no muy diferentes a los empleados por un determinado pretendiente que persigue a la muchacha que ama. Y es coincidencia que el poder empleado en el acto de “hacer la corte” al dinero no sea muy diferente al utilizado cuando se corteja a una muchacha. Ese poder, cuando se emplea con éxito en la persecución del dinero, debe ir mezclado con la fe. Debe ir mezclado, asimismo, con el deseo. Y debe ir mezclado con la persistencia. Debe aplicarse mediante un plan, y ese plan es preciso ponerlo en acción para la consecución del éxito.