Ninguna persona aspirante al éxito puede razonablemente esperar acumular una fortuna sin experimentar la “derrota temporal”. Cuando esa derrota llegue, acéptala como señal de que tus planes no son profundos; reconstruye esos planes y despliega tus velas de nuevo hacia tu ambicionado objetivo. Si abandonas antes de alcanzar tus metas, serás entonces un “desertor”. Y lo cierto es que “un desertor nunca gana y un vencedor nunca deserta.”